Los santuarios de vida silvestre hacen un trabajo maravilloso cuidando de animales que no pueden protegerse solos. Muchos de los animales silvestre son huérfano y los trabajadores de estos santuarios tienen que intervenir y convertirse en sus madres.
Recientemente un santuario encontró una inspiradora forma para hacer a un pobre bebé cebra sentir que tenía una familia de verdad.
A principios de año en África, concretamente en Kenia, una cría de cebra y su madre fueron perseguidos por un león. Lamentablemente el león alcanzó a la madre, pero su cría consiguió escapar. Un grupo de pastores que pasaba la encontró.
Los pastores se llevaron a la asustada y ahora huérfana cría de cebra para darle de comer y un lugar donde resguardarse.
Llamaron a la cebra Diria, en honor al rancho que la salvó, y la llevaron después al santuario Sheldrick Wildlife Trust, en Nairobi, Kenia.
Era importante darle los cuidados que le hubiera dado su mamá. Los trabajadores alimentaron a Diria y le hicieron compañía.
Pero también usaron un método fascinante para ganarse la confianza de la cebra y hacer que se sintiera como en casa: ¡se vistieron de rayas!
Puede sonar extraño, pero está basado en el comportamiento de las cebras y ha demostrado ser un método eficaz en casos anteriores.
«Las crías de cebra se apegan al estampado de rayas de su madre y esta apariencia le permite a Diria actuar como hubiese sido lo natural, sin que sienta que se está apegando a ninguna persona,» explican en Facebook.
«Una exitosa técnica que hemos usado con otras cebras rescatadas que viven ahora en libertadad.»
Hay cuatro trabajadores y todos visten la misma ropa de rayas para hacerle creer a la cebra que son todos una sola criatura, su madre.
«Un equipo de cuidadores le dan ahora a Diria la ayuda que necesita las 24 horas del día, para que tenga las máximas posibilidades de sobrevivir,» Amie, un representante de Sheldrick Wildlife, contó a Bored Panda.
El plan está funcionando: la cría claramente adora a sus cuidadores.
«Diria es muy cariñosa con sus cuidadores, con la excepción de su leche, nada le gusta más que recibir cariñitos de sus «cuidadores madre», cuenta el rescatista.
Es increíble cómo los santuarios encuentran ingeniosas formas de ayudar a los animales. Esperemos que Diria siga recibiendo toda la ayude que necesita para crecer y volver a la selva en cuanto esté lista.
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