Lo último que todos los niños quieren es sentirse diferentes. Todos hemos sido niños y sabemos lo difícil que puede ser a veces. Basta con llevar ropa no acertada o un corte de pelo diferente para que se rían de ti.
Por eso os podréis imaginar lo que sentía un niño de 8 años, Carter Blanchard de Arkansas, quien padece la enfermedad de vitiligo, que hace que salgan manchas de pigmentación en el cuerpo y en la cara.
Pero todo cambió cuando encontró a Rowdy.
Carter tenía solo 6 años cuando vio que algo le estaba cambiando en la cara. Comenzaron a salirle manchas blancas que iban creciendo y creciendo.
El médico constató que se trataba de una enfermedad degenerativa, llamada vitiligo, causada por la falta de pigmentación, lo que causa la pérdida del color de la piel.
Carter perdió de inmediato su autoestima y confianza. Las manchas continuaban creciendo y Carter comenzó a deprimirse. Stephanie Adock, la madre de Carter, contó que un día, antes de comenzar en una nueva escuela, el niño dijo: “odio mi cara, me odio a mi mismo”.
Entonces ella comprendió que tenía que hacer algo. La enfermedad estaba consumiendo a su hijo.
Un día, navegando por internet, vio la solución: Rowdy, un labrador de color negro que padecía la misma enfermedad que Carter.
Supo de inmediato que los dos debían conocerse. Pero no era fácil. Stephanie y Carter vivían en Arkansas y el perro Rowdy vivía en Oregón y no tenían dinero para pagar el viaje.
Aún así, su madre contactó con el dueño de Rowdy y le preguntó si era posible conocer al perro. A ellos les pareció bien y Stephanie se vio obligada a pedir un crédito para poder realizar el viaje.
Alguien con un corazón de oro supo que Stehanie estaba luchando por hacer que su hijo se pusiera contento de nuevo y donó 5.000 dólares para que el viaje a Oregón fuera una realidad.
Carter y Rowdy se hicieron rápidamente amigos y ahora Stephanie, y el dueño de Rowdy tratan de buscar una solución para que los dos nuevos amigos puedan verse a menudo.
Para una madre desesperada, que lo único que quiere es ver a su hijo feliz de nuevo, debe ser de gran alivio encontrar finalmente el remedio. Y que además la solución sea un perro, es fantástico.
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